Neuntes Treffen der deutschsprachigen Gemeinschaften
Lateinamerikas
Noveno encuentro de las comunidades de habla alemana
de América Latina
Herbert Poppen:
50 años de Asociación Austríaca en Chile
El ponente, oriundo de Viena, vive desde hace 30 años en Chile. Herbert Poppen
es ingeniero civil mecánico de profesión y presidente de la Asociación Austríaca
en Chile.
El siguiente texto es elaborado por los coordinadores del encuentro como
resumen con informaciones relacionadas al téma de la ponencia original en idioma
alemán.
La inmigración austríaca
Los primeros
austríacos que llegaron a
Chile eran parte de los 427 tiroleses refugiados, quienes fueron expulsados por
las autoridades a causa de su fe luterana desde su tierra natal, el valle del
río Ziller, encontrando los exiliados refugio en la entonces Baja Silesia prusiana.
Después de una escala de 19 años y de haber construido casas y granjas nuevas al
pie de la montaña Riesengebirge, llamando esta colonia «Zillerthal», algunos de
los tiroleses, sintiéndose todavía descontentos con las nuevas condiciones de
vida, se acogieron a los ofrecimientos de inmigración, realizada a la población
alemana, por parte del Estado chileno de acuerdo a la «Ley de inmigración
selectiva» de 1845. En 1856 las
primeras familias tirolesas nuevamente emigraron, en búsqueda de una región en
que pudiesen sentirse más como en su casa y que les ofreciera estabilidad
permanente. En viajes sucesivos, fueron llegando al sur de Chile las familias
Brugger, Fleidl, Hechenleitner, Heim, Klocker y Schönherr. Bartholomäus Kröll,
conocido por su tiro de burros con el que se había traslado desde Tirol a
Silesia, se asentó con su mujer y los 7 hijos más al norte, en la Colonia
alemana Humán, cerca de Los Ángeles, en el límite de la en ese tiempo aún no
vencida Araucanía de los Mapuches.
Con excepción de la familia del Bartholomäus
Kröll, los inmigrantes tiroleses se
establecieron,
casi en su totalidad, a orillas del lago Llanquihue,
mayoritariamente en la localidad de Los Bajos, algunos también en Frutillar y
Totoral y después en Puerto Varas. Hasta el año 1860, unos 60 tiroleses habían
abandonado Zillerthal-Erdmannsdorf en Silesia rumbo a Chile; el último de ellos
los siguió en 1889. Aún hoy día se puede leer en una lápida del cementerio de
Los Bajos la siguiente inscripción sobre la tumba de la inmigrante Therese
Hechenleitner de Klocker:
Als Kind in Tyrolens
Bergesluft
Als Jungfrau in Schlesiens Blumenduft.
Unter Kindern und Enkeln
am stillen See
Fand sie Ruh im Lande Llanquihue.
De niña en la brisa
montañesa de Tirol
De joven en el aroma floral de Silesia.
Entre hijos y nietos a orillas del tranquilo lago
Encontró la paz en la tierra del Llanquihue.
En Chile los tiroleses llegaron, junto a
los demás alemanes, finalmente, a lo que sería su patria definitiva,
transformando un lugar inhóspito y deshabitado en una región próspera, siendo
hoy día una de las zonas turísticas más atractivas del sur de Sudamérica.
A propósito: Entre 1945 y 1946, los tiroleses que se quedaron en Silesia,
tuvieron que abandonar junto a los demás habitantes alemanes, nuevamente, su
patria, obedeciendo al destino impuesto para ellos como víctimas de la Segunda
Guerra Mundial. Desde la nueva expulsión, la colonia tirolesa en Silesia
prácticamente se ha extinguido. ¡La chilena al contrario, con sus más de 600
descendientes, todavía vive!
Como consecuencia de la Guerra Austro-Prusiana
(también conocida como Guerra Alemana entre hermanos), la que las tropas
austríacas perdieron definitivamente en la batalla de Chlum el 3 de julio 1866,
cerca de la ciudad checa de Hradec Králové (en alemán: Königgrätz), la situación
económica de la entonces provincia austríaca de Bohemia se agravó
dramáticamente. Muy afectada sobre todo estuvo la población del distrito de
Braunau (hoy día en idioma checo: Broumov), donde la gente ya no pudo vender sus
productos al otro lado de la cercana frontera, es decir, a la Silesia prusiana,
lo que produjo un empobrecimiento total de mucha gente y como consecuencia un
verdadero éxodo de su población. Más de 400 personas emigraron en la primera
mitad de los años 70 del siglo XIX del distrito de Braunau sólo a Chile. Por ser
católicos, estos inmigrantes a diferencia de los alemanes de fe protestante,
fueron altamente bienvenidos en Chile. A pesar de que el colono August Reinsch
en 1875 hubiese fundado para 23 familias compatriotas cerca de Puerto Varas una
propia colonia que la bautizó Nueva Braunau, la mayoría de los inmigrantes
prefirió establecerse en la orilla meridional y occidental del lago Llanquihue o
en la línea Pantanosa y en Quilanto.
Luego de la disolución del
Imperio
austro-húngaro en 1918, la
inmigración austríaca continuó durante todo el periodo de entre guerras. A
partir de 1938 Chile se
convirtió en destino de muchos emigrantes austríacos de origen
judío quienes abandonaron el
país luego de la anexión de
Austria por parte de la
Alemania Nazi. En 1940 en
Santiago emigrantes
austríacos fundaron la asociación Austria Libre, que pronto contó con 2000
miembros y estuvo en contacto con otros grupos austríacos en el exilio de América. En
1943 Austria Libre se incorporó
al Comité Central Austríaco de América Latina con sede en
Montevideo.
Se estima
entre 4000 y 5000 el número de austríacos que se habrían radicado en Chile en
el transcurso del siglo XX. Actualmente, de acuerdo al censo de 2002, residen en
Chile 576 inmigrantes austríacos.