CAAL 2011 Frutillar
Neuntes Treffen der deutschsprachigen Gemeinschaften
Lateinamerikas
Noveno encuentro de las comunidades de habla alemana
de América Latina
Dr. Jorge Weil:
La colonización alemana y la
fundación de Frutillar en 1856 hasta nuestros días
El ponente es profesor universitario para ciencias económicas e informática. Dr.
Jorge Weil se ha dedicado intensivamente a la historia de la colonización
alemana del lago Llanquihue y de la fundación de Frutillar.
Resumen
El trabajo entrega una visión global del desarrollo
histórico de Frutillar desde la llegada de los colonos alemanes hasta nuestros
días. En ella, se dejan establecidos los nexos que confluyen a crear las
condiciones que posibilitaron, el surgimiento de «El Frutillar». Por un lado,
conflictos políticos, religiosos y desfavorables condiciones económicas,
impulsaron una fuerte emigración desde Europa Central hacia América a mediados
del siglo XIX. Por otro lado, la colonización española había exterminado a los
pueblos huilliches de la zona. La convergencia de estas dos tendencias, definen
al Estado de Chile, a impulsar una política de colonización del borde del lago
Llanquihue, con el objetivo de repoblar la región y entregarle continuidad al
territorio nacional. En ese contexto, arriban en septiembre de 1856 a Melipulli,
dos barcos con las primeras 33 familias que habían emprendido viaje desde el
puerto de Hamburgo para instalarse en la bahía de Frutillar.
En los primeros años, los colonos originarios de los
diversos territorios, burgos y reinos germánicos de Europa Central, se
esforzaron en la ruda tarea de transformar una geografía de tupidos bosques para
cultivos agricolas de subsistencia. Las chacras asignadas por el gobierno de
Manuel Montt se comunicaban por vía marítima con Puerto Chico en dirección sur y
Muñoz Gamero al norte. Con el tiempo, se han desarrollado en torno a Frutillar,
sectores de la producción agrícola, pecuaria, forestal, la industria maderera,
la agroindustria y la artesanía. Desde principios del siglo XX, y reforzado por
la llegada del tren y las rutas viales, se instalan los servicios, se densifica
la industrialización agropecuaria, para recientemente agregarse, la expansión
turística e inmobiliaria.
A lo largo de la historia, las culturas originarias
y europeas se entremezclaron favoreciendo con ello la evolución productiva y
diversidad social. Por su parte, el Estado ocupó un rol promotor del desarrollo
económico y social, contribuyendo decisivamente al surgimiento de la
infraestructura y comunicaciones, los servicios básicos, la educación y la
salud. En la actualidad, la dinámica del desarrollo local tiene como
protagonistas al sector público y privado en diversos ámbitos, que incluyen
amenazas a la identidad cultural y la contaminación de los recursos naturales y
visuales, atributos que son los más relevantes de Frutillar de su trayectoria
histórica.
La colonización alemana y la fundación de Frutillar
La falta de continuidad del territorio nacional
motivó la preocupación del Estado por el diseño de una política de colonización
europea en el sur de Chile, con el fin de utilizar productivamente esa región.
La primera ley específica fue dictada por el gobierno de Manuel Bulnes en el año
1845, proceso que sería luego reforzado el año 1853, por una segunda ley de
colonización del presidente Manuel Montt.
El 23 de noviembre del año 1856 se inicia con 50
familias, el poblamiento del lugar denominado «El Frutillar», «Punta Larga» y
«El Macal» dando nacimiento a lo que hoy es la comuna de Frutillar. El
contingente mayoritario del grupo inicial de colonos, se habían embarcado en el
puerto de Hamburgo en mayo 1856, navegaron durante cuatro meses en los veleros,
el «Grassbrook» y «Caesar und Helene» y llegaron a Melipulli a fines del mes de
septiembre.
Las especificidades culturales de los primeros
habitantes, tenían su origen europeo y habla alemana. Provenían de los reinos y
estados germánicos que conformaban el Imperio prusiano y austrohúngaro en la
cual, resaltaban los originarios de de las regiones de Austria, Suiza, Silesia,
Bohemia, Hessen, Sajonia, Zillertal, Brandenburgo, Bremen y Württenberg. Estos
habitantes van a proveer una gran riqueza y diversidad cultural en su desarrollo
al borde del Lago Llanquihue desde Los Bajos hasta Punta Larga. El primer
período fue de sobrevida de los colonos y se orientó a la tarea de ganarle
espacio a los tupidos bosques para la producción agrícola. Ese período se
caracterizó, por la creación de una economía de subsistencia, que estuvo marcada
por los grandes esfuerzos de los colonos por adaptarse en medio de un gran
aislamiento social y territorial.
La convivencia social adquirió importancia en la
etapa más ardua de instalación de los colonos. Luego, comenzaron a crearse
diversas instituciones culturales, educativas y recreativas o de beneficencia.
Destacaron los clubes de lectura, canto y sociedades de mujeres que favorecían
el encuentro y el intercambio social entre los colonos y que permitían la
conservación de tradiciones germánicas. Tampoco faltan las diversiones para la
gente joven; solía haber bailes, matrimonios, fiestas de cumpleaños y otras
ocasiones parecidas. Tampoco faltaban los deportes y con frecuencia se
organizaban carreras y excursiones en bote.
Los primeros síntomas de una vida comunal pueden
encontrarse, cuando la familia de Christian Winkler empezó con la instalación de
pequeñas industrias y el primer molino que sirvió para atraer a varios vecinos
que llegaban a Frutillar con el fin de moler su trigo. Luego se instaló un
destilatorio, industrializando apreciables cantidades de papas y trigo. Factor
primordial fue la instalación en el año 1874 de una especie de almacén y
ferretería que se levantaba al lado de la casa particular de Karl Richter
disponía también de un lugar para jugar al palitroque. Con el tiempo, el negocio
creció y ganó importancia. Luego instaló un molino y una cervecería propia,
dirigida por uno de sus hijos, configurando una especie de centro económico. Las
relaciones entre los vecinos eran estrechas y amistosas. Las familias cultivaban
la vida social se formaba el Deutscher Verein en 1882 como círculo de lectura y
la adquisición de una buena biblioteca. En 1883 llegó Jacob Junginger que fuera
contratado por el Estado para ejercer en la Escuela de Frutillar como maestro
hasta el año 1905, dándole un auge al desarrollo cultural. El surgimiento del
Coro Mixto «Liederkranz», fue una de sus creaciones en 1894. Sus conciertos y
representaciones teatrales representaron actos culminantes de la vida cultural
de Frutillar. En 1904 surgía el «Männercor», constituido únicamente por varones
aficionados a la música. En ella también tuvo una destacada participación Jacobo
Junginger como fundador. Su himno era «Cantando se van las penas» canción con la
cual se mitigaban las penas y añoranzas que sufrían sus esforzados colonizadores
y feligreses de Frutillar.
Los colonos tenían en su mayoría una sólida
instrucción profesional adquirida en sus estados natales. El bagaje de
conocimientos aplicado a las explotaciones agrícolas, técnicas como la rotación
trienal de cultivos y aplicación de abonos, indujeron a nuevas variedades de
trigo que unidas a las nuevas técnicas de explotación agrícola, se tradujeron en
un aumento del rendimiento por hectárea superior a las de la zona central del
país. Se incorporó el centeno y el cultivo de la cebada que alcanzó niveles
apreciables. En el rubro ganadero se importaron razas de doble propósito y de
alta selección genética que remplazan las razas locales. Igualmente la crianza
de porcinos adquiere creciente importancia como materia prima de la cecinería.
El desarrollo agropecuario conduce al establecimiento de la agroindustria y del
sistema financiero con el nacimiento del Banco Llanquihue y del Banco Osorno y
la Unión en la región. Frutillar aumentó su importancia cuando Robert Klenner y
Hermann Winkler, en el año 1884, fundaron una curtiembre, la primera de la
región del Lago, y que fuera muy cotizada en el círculo de todos los vecinos
cuando fuera ampliada en forma notable gracias al trabajo intensivo y experto de
varios curtidores europeos y complementada con una zapatería y un negocio de
venta de artículos de cuero. El rápido desarrollo de Frutillar en el sentido
económico y cultural continuó en 1892, cuando se inauguró el nuevo y hermoso
edificio escolar.
En los primeros días de octubre de 1893, el volcán
Calbuco entró en fuertes erupciones, produciendo mucho pánico entre la
población, no sólo del sector de Ensenada, sino también en todas las familias
que vivían alrededor de los lagos Todos Los Santos y Llanquihue.
Villa Frutillar: capital y comuna autónoma
En 1893, el Gobierno otorgó a Frutillar, el
reconocimiento y privilegio de ser sede de una Comuna Autónoma, formando así, el
Departamento de Llanquihue, junto a las otras dos comunas de Puerto Montt y
Puerto Octay. «El Frutillar» se transformaba en capital de comuna y adquiría
oficialmente el nombre de «Villa Frutillar». El primer alcalde la nueva
Municipalidad fue Luis Niklitschek. En aquella época la comuna de Frutillar
abarcaba el territorio comprendido entre la desembocadura del Río Negro al Río
Rahue (8 km al sur de Osorno) hasta Puerto Varas, incluyendo Fresia. Ella
comprendía una vasta superficie geográfica que incluían las subdelegaciones de
La Laguna y Río Negro con una población total de 8534 personas. De esta manera,
el departamento de Llanquihue, reunía un total de 21.212
habitantes en el año 1903.
Los primeros comicios municipales para llenar los
cargos correspondientes a la Municipalidad de Frutillar se efectuaron el 17 de
marzo de 1894 e igualmente fue designado por el Supremo Gobierno don Carlos
Richter Sch. en el cargo de Subdelegado de Gobierno en la Comuna de Frutillar.
El crecimiento económico
Hacia el año 1900, Frutillar vivía su mejor época
como Centro Económico. Los Almacenes Richter lucían magníficamente en su nuevo
edificio inaugurado en 1895 y era posible encontrar todo tipo de
aprovisionamiento. Igualmente, la Curtiembre Winkler, la Herrería Hechenleitner
y el molino de Adolfo Richter entraban en actividad. La gran Empresa
«Chile-Argentina» había instalado una sucursal con enormes depósitos. Las
familias Winkler, Klocker y Richter compraban vastos terrenos en la parte
interior del territorio. Dos hoteles modernos habían sido construidos. Hermann
Winkler había empezado ya con su fundición de fierro. Los hermanos Alwyn y
Reinhold Winkler daban vida a una industria maderera a vapor; y en Punta larga
se levantaba la carrocería de Christian Wetzel y Nannig. La navegación alrededor
del Lago Llanquihue era floreciente. Alrededor de 70 veces las embarcaciones
tocaban puerto cada mes en Frutillar y éstas transportaban en total alrededor de
tres mil pasajeros y 8000 bultos de carga que atracaban en tres muelles. Cada
uno poseía una bodega para almacenar la mercadería de origen agrícola, consumo
doméstico y una variada gama de productos necesarios para la actividad
económica. Los caminos eran inexistentes o sólo senderos parciales al borde el
lago. Todo el transporte de productos agrícolas, comercio y de pasajeros se
realizaba en barco. Para ello, los campos que colindaban con el Lago habían
construido muelles propios con el fin de facilitar el transporte. Cercano a
ello, nacieron también las bodegas en las cuales se protegía la carga y descarga
de las mercancías, ya que los horarios y a veces los días no eran certeros.
Igualmente, ello permitía guardar los productos de los vecinos y protegerlas de
las contingencias del tiempo. Por el Lago Llanquihue navegaron tres balandras,
trece goletas, lanchas y nueve vapores, en los que se cuentan «El Enriqueta»,
«El Clara», «El Llanquihue», «El Colonia», «El Santa Rosa», «El Bajos», «El
Correo», «El Cóndor» y «El Chile». En los muelles del Lago Llanquihue se
embarcaban los interesados en viajar a Argentina. Luego desde Pto. Varas, las
embarcaciones realizaban un romántico viaje, que tenía como destino intermedio
el Hotel Ensenada, para continuar al día siguiente en carroza tirada por
caballos a Petrohué en donde nuevamente se alojaban para navegar al otro día en
las aguas del Lago Todos los Santos y pernoctar en Peulla. Desde ese lugar, otra
carroza con caballos los llevaba finalmente a Bariloche. La navegación se
realizaba durante todo el año. Sin embargo con la temporada de verano, el flujo
de pasajeros se incrementaba y con ello, también el número y la frecuencia de
los barcos.
A partir de año 1908 se instaló la Empresa de
Teléfonos de Llanquihue en Puerto Chico con una comunicación permanente que
permitía las transmisiones entre localidades de Frutillar, Pto. Octay, Los
Bajos, Pto. Varas, Nueva Braunau y Pto. Montt. A principios de siglo, la
importancia de Los Bajos y Quebrada Honda era considerable y estos dos poblados
de la comuna tenían una intensa actividad. Era el lugar en donde pernoctaban los
viajeros que cubrían el trayecto entre Osorno y Pto. Montt. Ambos pueblos
disponían de Hoteles que permitían alojarse a los visitantes en sus largas horas
de transporte a caballo o en carreta de la época.
El progreso de la construcción de caminos, la
generalización del transporte en carretas con yuntas de bueyes y la llegada del
ferrocarril acarrean transformaciones con la introducción de maquinarias
agrícolas, abonos, cultivos agro-industriales, al igual que una orientación
hacia una ganadería de selección. En 1910, aserraderos, molinos, lecherías,
talleres e industrias agroalimentarias enriquecen el borde de la laguna
Llanquihue. El colono comienza a llevar una vida holgada aunque ganando poco. En
un primer momento, el colono del Llanquihue pide préstamos y accede al crédito
gracias a las cajas hipotecarias que florecen en Chile desde 1865, debido a la
integración del país al circuito monetario con el Banco de Llanquihue y luego,
por el Banco Osorno y La Unión fundado en 1910.El trigo fue siempre cultivado a
pesar de los inviernos lluviosos y de la pobreza de los suelos enriquecidos con
los abonos de hueso fabricados en el lugar. A fines del siglo XIX, el trigo
cubre decenas de hectáreas en las grandes propiedades de los Llanos y la Laguna.
Entre 1890 y 1902, el trigo se vendía a buen precio a las destilerías locales.
En 1908 se hizo sentir el repunte en precio de este último y en demanda como
respuesta a la escasez nacional. Hacia 1920, el rendimiento fluctúa alrededor de
20 quintales por hectárea, el doble del rendimiento de las provincias centrales.
El centeno era una exclusividad germano-chilena. La cebada, a su vez, alcanzaba
niveles apreciables, debido al aumento extraordinario de producción de las
malterías de Valdivia, entre 1872 y 1893. La papa es originaria de la región y
el cultivo principal desde Chiloé hasta Valdivia, y que en 1909 alcanza a la
mitad de la producción nacional. El lino introducido en Chile desde el exterior
alcanzaba una excelente reputación en el mercado de Hamburgo hacia 1910. Pero la
verdadera vocación de la región, es la ganadería. Se crían porcinos y bovinos de
mucho mejor rendimiento que los cultivos agrícolas. Las manadas de bueyes ñatos
o lagartos descrito por Philippi en los años 1850 son substituídos por
importantes rebaños destinados a la producción de carne y de leche, no obstante
la competencia argentina y los altos precios del transporte a la zona central.
De 1870 a 1909, la masa de ganado bovino de Valdivia y Llanquihue pasa de 60.000
cabezas a más de 300.000. Llanquihue exporta en
1909, 2350 quintales de mantequilla y provee, en 1926, el 75% de la producción
nacional. El borde del Llanquihue es también apícola y en 1870 hay 30.700
colmenas y la exportación de miel alcanza 12.000
quintales anuales. El trabajo familiar es ritmado por la actividad campesina. De
octubre a marzo, la atención se concentra en juntar el ganado, marcarlo y
organizar la ordeña; de mayo a septiembre, es la época de las siembras; en
febrero, es la cosecha y enseguida se desentierran las papas. Sigue la
recolección de manzanas para la fabricación de chicha. La esquila es en octubre
y la recogida de miel ocupa los meses de octubre a enero. La granjera se
preocupa de las provisiones para el invierno con el cerdo ahumado, el tocino,
las salchichas y el chucrut según la tradición alemana. Prepara igualmente el
ñachi indígena con chalote, ají, cebollas, perejil y sangre de cordero. Ella
fabrica el pan de centeno, la mantequilla y el Kuchen.
La identidad cultural
Los hogares de las familias alemanas guardan
celosamente sus tradiciones arraigadas en la nueva realidad. Una habitación
jamás lujosa, pero siempre confortable y mantenida en un orden irreprochable. En
ella, uno se siente a gusto y acogida para enfrentar los inviernos lluviosos que
resultan interminables. La decoración es alemana, con árboles genealógicos y
retratos de familia en sus muros que son completados por adagios y refranes que
glorifican el trabajo y alaban a dios. Cocina y comedor son uno solo; el salón
recubierto de maderas claras en donde todo es orden y limpieza sólo se abre para
las visitas y las reuniones dominicales. Hay flores en las ventanas, cortinas
bordadas a crochet que dejan pasar la luz y los olores son múltiples en el cual
se identifican la miel, la leche y el humo del fuego de la cocina. Las familias
relacionadas por el trabajo, la vecindad o el parentesco se visitan. Ello es la
ocasión para el intercambio de noticias de otros colonos locales o provenientes
de Alemania. Igualmente es la ocasión para entonar un Volkslied (canción
popular), tocar acordeón o hacer funcionar un piano que va a animar los bailes
alegres y llenos de energía. Los acontecimientos jamás se pasaban por alto. Los
santos y cumpleaños eran motivo de una reunión de la parentela y los amigos en
torno a un asado, cerveza, chicha y Kuchen. El matrimonio era un acontecimiento
solemne en el cual el colono y su pareja entraban con pleno derecho a la
comunidad, lo que se asociaba a la fecundidad de la tierra y de las personas.
Los funerales expresaban la cohesión y solidaridad del grupo, en la cual el
elogio fúnebre era pronunciado, en la mayoría de las veces, por el maestro de la
escuela y escuchado con el mayor recogimiento. La rudeza de las condiciones de
trabajo, el aislamiento autárquico y ambiente de la colonización van a
desarrollar formas de vida y de cultura conservadoras basados en el trabajo, la
familia y la propiedad que van a exaltar y perpetuar valores intangibles
conforme a las experiencias de los antiguos que acarrearán con el tiempo un
cierto bloqueo cultural que hará más complejo la adaptación al mundo moderno,
evolutivo y sin enclaves de los habitantes de «Villa Frutillar».
La construcción de la Escuela Alemana Frutillar en
1906 fue motivada especialmente por el resguardo de los intereses de las
numerosas familias del territorio, cuyos hijos no podían visitar escuela alguna.
Fue así que en 1913 se inauguró un internado para los alumnos cuyos padres
residían fuera de la Comuna. Su objetivo era dotar al pueblo de Frutillar de una
institución de enseñanza que al mismo tiempo prolongara las raíces culturales de
origen germánico para los habitantes establecidos en el lugar y mantuviera el
idioma. Los orígenes de la escuela de Frutillar se remiten al preceptor
ambulante Federico A. Krefft quien había iniciado sus clases en los primeros
días de septiembre de 1859 en un local cedido por don Enrique Kuschel y que
funcionaba esporádicamente. En 1869, la escuela de Frutillar iniciaba su
funcionamiento regular con 28 alumnos en un local muy estrecho. En vista de que
la instrucción impartida por la escuela fiscal no satisfacía a la colonia, el
profesor Junginger propuso la fundación de una escuela alemana. Bajo su
dirección, fue éste un colegio ejemplar, cuyo prestigio atrajo a niños de otros
lugares. En 1906, se iniciaron las clases con 50 alumnos, en 1918 tenía 166
alumnos distribuidos en 6 cursos y atendidos por 5 profesores. En 1922 alcanzaba
una matrícula de 180 alumnos.
En 1908, la sede de la comuna de Frutillar fue
trasladada a Puerto Varas. Igualmente, la situación cambia con la construcción
de la red ferroviaria. En 1910, se inicia la instalación simultánea de
durmientes desde Osorno y Pto. Montt. En 1913, los dos trabajos se unirían a la
altura del Burro, a unos 6 km al norte de la actual Estación de Frutillar Alto.
Todo un ceremonial iba concluir los trabajos con la colocación del «Clavo de
Oro» que simbolizaba el término de los trabajos. El 20 de mayo de 1913, los
frutillarinos verían pasar el primer tren de carga por la Estación que uniría el
tramo entre Pto. Montt y Osorno. Tal hecho iba a tener implicancias para el
futuro de Frutillar. El Ferrocarril terminaba con el aislamiento terrestre del
territorio y permitía un fluido desplazamiento de mercancías desde y hacia otras
regiones del país. Como consecuencia de ello, comenzó a desarrollarse una
intensa actividad de transportes en torno a la estación de Ferrocarriles del
Estado, lo que conformaría paulatinamente nuevos asentamientos humanos, dando
como resultado las localidades de Frutillar Alto, Casma y Pellines.
Las nuevas vías de comunicación y la derrota de
Alemania en la primera guerra mundial iniciaron un período de estancamiento
económico del «antiguo Frutillar». La excepción a esta tendencia, las
constituyeron, la ampliación y modernización de la fábrica maderera en Punta
Larga de Reinaldo Winkler en 1906, la nueva Maestranza de Fernando Hechenleitner
fundada en 1903, la maestranza y el taller de maquinarias de Ernesto Weil Hube
camino a Punta Larga. Igualmente, se instala en 1915, la planta productora de
corriente eléctrica de Federico Siebert T. que proveía de luz y fuerza a la
localidad y los alrededores de Frutillar. En sus inicios, la central era
hidráulica a partir de un tranque que bloqueaba el agua proveniente de una
quebrada, formado por un dique antes de desembocar en el Lago. Con
posterioridad, la central comenzó a funcionar con una caldera. Ella producía un
volumen limitado de energía, lo que permitía su utilización exclusivamente
durante la noche y sólo de luz eléctrica doméstica para las habitaciones.
Después de la quiebra económica de la Empresa
«Chile-Argentina», nacieron algunos negocios de menor importancia en el antiguo
Frutillar, no todos de larga vida. Nombramos a Karl y Felix von Bischoffshausen
que tenían una tienda múltiple con abarrotes, clavos, zapatos; la tienda de
abarrotes de la sociedad de Guillermo Sunkel y Germán Weil, que funcionó en la
primera mitad del siglo XX; la tienda de Guillermo Fischer; Arnoldo Vyhmeister;
la ferretería Kusch y Hechenleitner; la carnicería Krause en el centro de
Frutillar; Ottmar Scheel con su almacén para repuestos de automóviles y
camiones. Adolf Richter construyó, en Frutillar Alto, un nuevo almacén y un
molino en 1925, que fuera destruido por un incendio en 1949. Dos años después,
un molino de menor importancia, que pertenecía a las familias Klocker y von
Bischoffshausen, fue también consumado por las llamas. Con la irrupción del
transporte motorizado se formó de por sí la necesidad de instalar algunos
talleres de reparación de automóviles. En 1934, empezaron con un taller los
hermanos Vyhmeister y Heriberto Hesse, más tarde se agregó el taller de Arturo
Toirkens y que trabajaban en Frutillar Alto. En 1933, Ernesto Weil Hube y
Rodolfo Hebel, procedieron a instalar la fábrica de Chuños «Nieve». Esta es una
de las primeras empresas agro-industriales de impacto en la producción agrícola
local. Estaba ubicada en el camino a Pta. Larga y utilizaba un procedimiento que
le permitía elaborar almidón a partir de una materia prima agrícola original y
abundante en la zona: las papas. De ella se obtenía un derivado que era
utilizado como un insumo para la industria alimenticia y textil. En 1934, se
crea la Cooperativa Agrícola de Frutillar Alto y que le aporta un nuevo auge al
desarrollo económico de Frutillar. La CAFRA servía como intermediaria en la
venta de los productos agropecuarios de sus socios, prestando al mismo tiempo
sus consejos en la compra de abonos e insumos a sus socios que iban acompañados
de asistencia técnica en algunos casos. Los agricultores de la región se
cooperaron con el fin de incrementar sus posibilidades productivas y
comerciales, hecho que sirvió a muchos de ellos, como motivo para mejorar sus
establos y dedicarse al mejoramiento de la crianza del ganado. Su rubro
principal era el aprovisionamiento de materiales, herramientas, equipamiento y
servicios para la agricultura, lo que la convirtió rápidamente en el centro de
la actividad comercial de Frutillar Alto.
Otras industrias se instalan a partir de 1940 y
comienzan a redibujar el ocupamiento del territorio en torno a la Estación de
Ferrocarriles. Queremos mencionar la herrería de Efraín y Arturo Cárdenas; la
Maestranza y fundición de Alejandro Valenzuela e hijo; Rosamel Neira; los
Almacenes de Santos Rivera; Federico Hönicke, que administraba una sucursal de
la tienda Richter y el Molino; Tomás Vidal; Simón Adel; la librería Catalán; el
negocio de artículos eléctricos de Luis Jaramillo; la farmacia de Víctor Muñoz;
las firmas dedicadas a compra-venta de los Pincheira; la bodega de Luis Engdahl;
Alfredo Daetz F.; el Hotel y la carnicería Krause con su bomba de bencina forman
parte de las instalaciones de la primera parte del siglo XX. En 1941, el Banco
del Estado de Chile abre una oficina. La creación del Club Aéreo de Frutillar en
1953 permitió igualmente un reforzamiento de las comunicaciones.
Las construcciones en madera y el estilo arquitectónico
Al iniciarse el siglo XX, la «Villa de Frutillar» se
encontraba en plena expansión agrícola y nuevos flujos de inmigrantes de
familiares y consanguíneos de los primeros colonos comenzaban a producirse. El
estilo arquitectónico de las antiguas casas de Frutillar se inspiró en la
construcción alemana del siglo XIX, que era la única referencia de vida de los
colonos. Las características de las casas eran de gran capacidad. Usaron formas
arquitectónicas de su patria de origen, pero las adaptaron a las condiciones
propias de las regiones australes. Con las maderas nobles que encontraron en el
bosque chileno construyeron casas de dos pisos de planimetría concentrada para
el mejor aprovechamiento del calor. Los techos de fuertes pendientes debían
servir de protección contra las intensas lluvias. En las primeras décadas del
siglo XX nacieron en Frutillar un conjunto de construcciones que dieron vida a
una arquitectura caracterizada como «de las casonas alemanas». Estas eran de un
gran tamaño y su diseño exterior se inspiraba en las construcciones de algunas
regiones agrícolas del sur de Alemania. Estas casas se caracterizan por tener un
techo de estilo alpino, o quebrado para defenderse de las contingencias
climáticas. Las casas más distinguidas tenían un frontón arcado y tablillas que
reflejan bien una relación con los parajes de los lagos alemanes en la frontera
con Suiza y Austria. El estilo continuaba con la imitación en la parte principal
(frente) de una edificación que sobresale de la línea de construcción agregando
un volumen general. Este último, no es un volumen habitable, sino un frontón
decorado con la figura del palillaje alemán y arcado, lleno sólo en lo que
corresponde al frontón. Generalmente, estas construcciones se apoyan en dobles
pilares en cada una de sus esquinas para seguir hasta el suelo con una saliente
volumétrica que rompe con tal fuerza la fachada que el volumen central se vuelca
y se enfrenta, dando cabida a que en el primer piso se produzca un pórtico que
es corredor y que se anexa al pórtico de acceso como dos alas que amarran la
fachada cobijando el acceso. Estas construcciones fueron: las de Pinninghof,
Edmundo Winkler, Galle, Federico Sunkel, Daniel Weil, Alfonso Kuschel y otras.
Igualmente, un segundo tipo de construcciones, tiene características más sobrias
ligadas a una función de casa patronal de propiedad agrícola. En ella, la
habitación integra las funciones de bodega de guarda de productos. Este tipo de
construcción dispone de las mismas características en cuanto a la fuerte
pendiente del techo, son más austeras en construcción y no tienen las
decoraciones de la arcada con las tablillas, ni tampoco los pararayos. Se le
agrega a este tipo de casas, un subterraneo y/o bodega de guarda de productos
para el conjunto de la sobrevida de la granja o fundo.
La arquitectura de los años 1950 y 60 se distingue
de las anteriores. Las casas se caracterizan por ser de carácter mixto, en la
cual se combina el hormigón y chimeneas en piedra laja que se asocia en forma
armónica a la madera. Ejemplo de estas construcciones son las de los arquitectos
Biscupovic y Edwin Weil expresadas en los propietarios Marlies Sunkel,
Municipalidad de Frutillar, Bernardo Scheel, Arturo Toirkens, Heriberto Plass,
Universidad de Chile, Instituto Alemán, Liceo Industrial Chileno-Alemán,
Hostería de Frutillar, casa Harbard, el cuartel de la 2ª y 4ª Cía de Bomberos
construidas hace ya más de 40 años.
Las consecuencias de la IIª Guerra Mundial
El intercambio comercial entre Alemania y Chile
sufrió una grave reducción en los años de la gran depresión. En 1933, las
exportaciones chilenas a Alemania no pasaban de 20 millones de marcos. La
segunda guerra mundial no fue neutra en el desarrollo de Frutillar. El
resurgimiento de Alemania en los años 1930 fue visto con simpatía por los
colonos y descendientes de éstos. Comenzaba a revertirse la humillación impuesta
al Reich por los vencedores de la Iª Guerra en el Tratado de Versalles y que
había colocado de rodillas a Alemania con las excesivas obligaciones de las
compensaciones por daños y reparaciones de guerra. Un nuevo y abundante flujo
económico y de intercambio de relaciones de personas surgió entre la nueva
Alemania y el sur de Chile en ese período. Muchos descendientes de colonos se
comprometieron con el envío de recursos financieros para ayudar a la
reconstrucción del aparato productivo y la madre patria. En los años siguientes,
el intercambio aumentó considerablemente. La exportación de materia prima
chilena retomó su antiguo volumen y los productos alemanes representaban el 25%
de las importaciones chilenas. Alemania ocupaba el segundo lugar en el comercio
exterior de Chile, a escasa distancia de los Estados Unidos. En la década de
1930, los lazos culturales existentes con Alemania se reforzaron con la llegada
de nuevos profesores y pastores alemanes a Frutillar que asumieron nuevas
actividades comprometidas con la situación de Alemania en Europa. El
alineamiento de los descendientes de alemanes con el régimen nacional-socialista
y la derrota en la IIª Guerra Mundial traen como consecuencia una reducción del
comercio. La compra y venta de productos por parte de personas y empresas se
hizo extremadamente difícil desde los años 1940. Las familias y las empresas que
figuraban en la lista negra y que aparecían apoyando al régimen
nacional-socialista no se le vendían los productos de primera necesidad, ni
tampoco se comerciaban insumos u otros productos terminados. Sólo con el
surgimiento de Alemania Occidental se reanudaron las actividades comerciales. La
década de los años 1950 y los 1960, fue el período de las grandes Obras Públicas
en la región. Se construyeron los edificios de Correos de Chile, el Gimnasio
Fiscal, el cuartel de la 2ª y 4ª Compañías de Bomberos, la Hostería de Frutillar
y se finaliza la red caminera.
El 22 de mayo del año 1960, el calor de aquel
domingo era insoportable y superaba los 27 ºC. Dos grandes terremotos de hasta
9,5º Richter, zamarrearon el suelo con una violencia desconocida hasta la fecha,
que no dejaba a nadie desplazarse en dos pies. La gente corría a refugiarse en
las alturas temiendo un desborde del Lago Llanquihue. Minutos después, el
panorama era desolador. Había grandes desniveles de tierra y grietas por todas
partes. Construcciones y galpones derrumbados. La bodega de la CAFRA se había
desplomado. La subida al cementerio se desmoronó y el camino quedó cortado. En
Chuños «Nieve», un tranque alimentado por una quebrada, cedió y arrasó con el
taller mecánico, los vehículos y construcciones de la fábrica. Toneladas de agua
y una avalancha se llevaron más de 500 metros cúbicos de leña a la bahía y
flotaban en el Lago. Terminado el movimiento sísmico, el Lago Llanquihue se
retiró unos 60 m. y una ola cubrió completamente la ribera y subiendo hasta el
borde mismo del molo. Las viviendas habían sido sacudidas, las cañerías de agua
potable y gas se habían reventado, las grietas en el pavimento de la costanera
alcanzaban dos metros. Se interrumpieron las comunicaciones, se inutilizaron las
industrias, las vías férreas, los puentes y caminos. Cambió la geografía en
varios sectores. El post-terremoto abre paso a tiempos de expansión de la
infraestructura y de reconstrucción de obras y servicios públicos dañados. El
Centro Forestal Experimental de la U. de Chile se constituye a partir de una
donación de 33 hectáreas de Bosque Nativo realizada por Edmundo Winkler a la
Universidad de Chile en los años 1960. En ella se realizarían las prácticas de
los Ingenieros Agrónomos y Forestales con una actividad de difusión y protección
de las especies nativas. En el mismo período, se crean las Cecinas Frutillar y
los Transportes Arismendi que van a ser empresas emblemáticas en el sector de
fabricación de cecinas, el transporte y la construcción. En 1968 nacen
oficialmente las Semanas Musicales a iniciativa de Arturo Yunge y algunos
amantes de la música clásica que habían comenzado a practicar en sus semanas de
vacaciones en la ciudad. En el Instituto Alemán y en bancas de madera se
desarrollaron las primeras presentaciones. Hacia finales de la década de los
años 1970 es fundado el Club de Pesca y Caza por un grupo de aficionadas a los
deportes marinos, la pesca deportiva y la caza. La apertura al comercio exterior
de los años 1975 y 1976 va a impactar fuertemente la estructura de los cultivos
agrícolas, la agroindustria y el sector pecuario de la región. Se terminan los
subsidios a la agricultura y el poder de compra de reduce afectando por varios
años un deterioro de los términos de intercambio entre agricultura e industria,
entre productos de origen agrícola local y los urbanos metropolitanos, y entre
productos agrícolas locales e importaciones del exterior. Hacia la década de
1980 pocas eran las nuevas iniciativas que surgían. Finalizaba el arriendo de la
industria procesadora de lácteos de CAFRA a la empresa Lechera del Sur y los
cooperados retomaban directamente la explotación, colecta y venta de la leche de
sus predios. Cierra la Tienda Richter, que fuera durante un siglo el termómetro
de la pujanza de Frutillar. En 1984, se terminaban los trabajos de construcción
y se inauguraba el Museo Colonial Alemán de Frutillar. Este museo al aire libre
representa las edificiones típicas de aquella época de la colonización, con la
recreación de la fuerza hidráulica, la trilla a la antigua y la herrería para el
mantenimiento de los caballos como fuerza motriz de transporte y producción.
Igualmente, la pavimentación de los caminos que unían Frutillar con Tegualda y
Pto. Octay iban a mejorar sustancialmente el transporte de ganado, la colecta de
leche y la comercialización de los productos agrícolas en general.
En las últimas décadas, el turismo va a experimentar
una significativa expansión con la construcción de las cabañas Musik Strasse;
los complejos turísticos de La Araucana y Caja Los Andes; los hoteles Salzburg y
Elun; la refacción de antiguas casonas de habitación para hospedaje como el Frau
Holle, Bauernhaus y Amadeus; el Salón de Té Lavanda y la finalización del Teatro
del Lago.
Conclusión
El surgimiento de Frutillar, en su componente de
influencia germánica, se debe a la convergencia de tres factores que dicen
relación con: el exterminio del pueblo Huilliche realizada por la colonización
española que habitaba hace cuatro siglos atras la rivera del Lago Llanquihue, la
crisis que vivía Europa central a mediados del siglo XIX con la fuerte presión a
la emigración del viejo continente y la necesidad geopolítica del Estado de
Chile de darle continuidad al territorio nacional en la región, ya que se
encontraba deshabitado. La presencia de estos factores posibilitó una política
de colonización del territorio de la laguna del Llanquihue por parte del
gobierno de Manuel Montt y Antonio Varas con la inmigración de familias
provenientes de los Imperios de Prusia y Austro-húngaro al sur de Chile.
Los desafíos de Frutillar en la actualidad, se
relacionan con la superación de tres contradicciones centrales. Por un lado, el
fuerte crecimiento poblacional de la última década que ha ido acompañado de un
estancamiento agrícola, pecuario y agroindustrial que no logra compensar una
dinámica de absorción de la fuerza de trabajo, generando segmentos crecientes de
exclusión laboral que no logran ser compensados por el emergente sector
turístico. Por otro, la especulación inmobiliaria en torno al borde lago que
presiona el valor de la tierra a costos inalcanzables para la producción
agropecuaria tradicional y acelerando la contracción rural. Finalmente, persiste
la contaminación de las aguas del Lago Llanquihue, debido a la explotación
salmonera en Playa Maqui, Quilanto, Quebrada Honda, Totoral y el borde de la
precordillera del Lago, que se conjugan con la agresiva incursión de las
empresas publicitarias que intentan mercantilizar la costanera de la ciudad con
una contaminación visual de los volcanes y el Lago.
Von den Organisatoren des Treffens erstellte
Zusammenfassung in deutscher Sprache.
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